El otro día me encontré en la feria del libro de Sevilla un ejemplar de Mi aeroplano y yo, de Charles Lindbergh (editado en 1933, 6 años despues de cruzar el atlantico). Más allá de que este tipo de libros me gustan, me pareció un acto de caridad sacarlo de entre un tomo de artes y costumbre sevillanas y otro de abanicos del siglo XVIII… pobre Lindbergh.
El libro no tiene calidad literaria ninguna, Lindbergh sería muy buen piloto pero muy mal escritor, parece un informe técnico en vez de una autobiografía, es más, el viaje a Paris es un capitulo mas, no el más destacado y lo cuenta con una monotonía que parece que fue un mero trámite.
En cualquier caso, cuento esto porque aunque no sea una joya de la literatura hay algunas situaciones que me dejan alucinado, sobre todo por el espíritu de la aviación de aquella época. Algunos parrafos del libro:
… yo no había volado solo hasta el día en que compré mi Jenny en Americus…Un piloto que esperaba la entrega de uno de los aparatos Jenny me ofreció darme alguna lección; con el volé por espacio de 30 minutos e hice varios aterrizajes…Al llegar la tarde saqué de nuevo el aparato, diriguí una mirada a los instrumentos y emprendí mi primer vuelo, solo por completo.
… me encaminé directamente hacia St. Louis, hasta que empezó a escasear la gasolina; entonces aterricé, me aprovisioné de un camión que pasaba y tomé la dirección de Carlinville…
…con las latas de cinco galones atadas a las alas aumentaba el radio de acción hasta, aproximadamente, las 400 millas.
Aquel campo no era bastante grande para poder elevarnos luego los dos a la vez. Por consiguiente, llevé el aeroplano a Camp Wood yo solo y allí aterrice en la plaza de la ciudad. Con el viento soplando favorablemente, y despegando bajo dos líneas telefónicas y por encima de una carretera…
Un cadete recibe, usualmente, cosa de 10 horas de instrucción en compañía de su profesor, antes de que le permitan volar solo. ….si al cabo de 10 horas de vuelo el alumno no es capaz de volar solo, corre el riesgo de ser desdedido como aviador.
...en nuestra clase, de 104 alumnos solo 18 recibimos nuestras alas.
…nuestros aeroplanos se habían trabado uno con otro con los fuselajes casi paralelos…temiendo que el aparato cayese sobre mi, no tiré de la cuerda del paracaídas hasta que estuve a algunos centenares de pies de el y envuelto por completo en las nubes….Una hora mas tarde tripulábamos otros dos aeroplanos SE-5 y volábamos nuevamente con nuestros compañeros.
A veces he podido sostener conversaciones cortas con gente de tierra, volando muy bajo y con el motor parado. Así les gritaba una pregunta y recibia una señal por respuesta.
Con toda seguridad no comprendía el ingles y aunque lo comprendiese el mismo asombro le impediría contestarme
…¿en qué dirección está Irlanda? Como suponía, la pregunta no fue contestada y continué mi camino.
Mas info aqui:
http://www.charleslindbergh.com/Conclusión: leyendo el libro te deja la sensación de que el mundo de la aeronautica de hoy se ha ido complicando hasta unos extremos donde el hecho de volar en libertad ha pasado a un plano absolutamente secundario.
